V. Geitonas
La anguila es uno de los animales que ha suscitado el interés del hombre desde tiempos más remotos. En la época de los griegos y los romanos, e incluso en la civilización egipcia, se encuentran ya referencias a este curioso pez.
La carne de las anguilas es muy apreciada como alimento por el hombre y se consume en muchos lugares del mundo. Esto ha contribuido al desarrollo de su pesca comercial en las aguas en que crecen de forma natural y a que los lagos y ríos se hayan repoblado con angulas, formas juveniles de esta especie, para su posterior recogida o despesque.
Las anguilas se pescan tanto en aguas continentales como en estuarios, lagunas intermareales, salinas y marismas. Las angulas se capturan fundamentalmente cuando entran en los ríos en su migración natural.
Japón es el principal consumidor mundial y absorbe toda la producción propia y una buena parte de la de Corea, Taiwan, Australia y Nueva Zelanda, tanto procedente de pesca como de las granjas de engorde.
Las principales especies capturadas o producidas en piscifactorías son: la europea, Anguilla anguilla; la japonesa, Anguilla japonica; la americana, Anguilla rostrata, y las australianas, A. australis y A. diefĵenbachi.
El ciclo biológico de las anguilas
La anguila se ha considerado durante mucho tiempo como una especie curiosa y alrededor de su biología y reproducción se han suscitado muchas controversias, tanto a nivel popular como científico. Actualmente se acepta que la zona de cría de la anguila europea está localizada en el
mar de los Sargazos, en el océano Atlántico.
Alli es donde se produce la puesta de huevos y su fecundación, aunque no se haya podido observar este fenómeno hasta el momento porque tiene lugar a más de 400 metros de profundidad. De los huevos eclosionan unas larvas en primavera, que evolucionan hasta convertirse en leptocéfalos, peces en forma de hoja, de unos 80 milímetros de longitud.
Los leptocéfalos migran hacia Europa aprovechando y siguiendo las corrientes oceánicas, tardando entre 30 y 36 meses en llegar a Europa y, poco antes de alcanzar las costas, sufren una metamorfosis para transformarse en angulas de unos 60 milímetros de longitud. Las angulas se concentran en bancos cerca de los estuarios de los ríos y continúan su migración hacia las aguas dulces, en las que entran entre los meses de diciembre/enero en los ríos cantábricos y
mediterráneos.
Una vez alcanzan los cauces fluviales en grandes bancos, se dispersan y los remontan de noche, mimetizándose en los fondos durante el día. En esta migración van cambiando nuevamente su aspecto, pigmentándose y creciendo. Adoptan una forma de vida sedentaria y solitaria.
Las entonces denominadas anguilas amarillas o anguilones viven y crecen en aguas continentales durante tiempo variable hasta que alcanzan la madurez sexual. Tanto el tamaño como la edad en que esto ocurre son variables; entre cuatro-cinco años los machos y seis-siete las hembras.
Las anguilas sexualmente maduras se distinguen fácilmente por su aspecto: más gruesas, con reservas en su organismo en forma de grasa, y de coloración plateada. Las anguilas plateadas, con unos 40 centímetros de largo, emprenden entonces el retorno hacia el lugar en que nacieron. Bajan a las desembocaduras de los ríos y se internan en el mar, nadando activamente a partir de ahí hacia el Atlántico, para llegar al mar de los Sargazos, donde se reproducen para perpetuar la especie.
No se ha comprobado que las anguilas adultas vuelvan a los ríos después de reproducirse. Durante la migración reproductora no se alimentan, por lo que se supone que, una vez realizada la puesta o freza, mueren. La migración de las anguilas plateadas comienza en otoño.
Durante la fase de vida en las aguas continentales la anguila es un voraz depredador; su dieta incluye insectos acuáticos, batracios, crustáceos, moluscos e incluso crías de aves acuáticas.
Las anguilas poseen un gran sentido del olfato. Mientras en la mayor parte de los peces la superficie de la pituitaria supone sólo entre el 14 y 140 por ciento de la superficie de la retina (huelen peor o casi igual que ven), la anguila tiene seis veces más superficie pituitaria que retinal, así como un bulbo olfatorio relativamente grande.
Todo ello hace que sea uno de los peces con sentido del olfato más desarrollado. Esta extraordinaria capacidad hace que las anguilas naden hasta la superficie y muerdan la mano de una persona que haya estado en contacto con carne o pescado anteriormente, mientras que si la mano introducida en el agua está limpia no excita el menor interés de los animales.
Otras características curiosas de este interesante pez son su fotofobia, hábitos de alimentación nocturnos y la tendencia a refugiarse o a enterrarse en el fondo siempre que las condiciones del medio no sean las adecuadas, por ejemplo cuando la temperatura del agua es baja y el nivel de luz es excesivo en días muy soleados.
Por otro lado, pueden hibernar, es decir, aletargarse enterradas en el fondo de los ríos y lagos durante épocas de condiciones adversas, desapareciendo de la vista del hombre durante largo tiempo. Son frecuentes también los casos de anguilas que, no pudiendo volver al mar, permanecen durante años en pozos o lagunas, llegando incluso a convertirse en animales domésticos.